NOTA: La realización del presente articulo fue posible
gracias a los intercambios realizado con Diego Calvagna estudiante de la Licenciatura en
Planificación Logística de la
UNLa en función de su experiencia como profesional del ámbito
logístico y en el marco de la realización de su TFI (trabajo final integrador).
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Quienes se desempeñan como profesionales de la logística
en depósitos o centros de distribución, saben, por experiencia personal, que
uno de los grandes dolores de cabeza que entraña el desempeño de sus funciones
es la realización de todas las actividades de lo que se ha dado en denominar logística inversa.
Podríamos definir a la logística inversa en tanto objeto de estudio como el conjunto de
actividades logísticas propias e impropias[1]
que se desarrollan en sentido de circulación inverso al sentido natural de
circulación de los bienes en una operación
logística.
El principal problema radica en que el responsable[2]
de una operación logística en virtud de cumplir con el propósito[3]
de la misma, organiza dicha operación para facilitar su desenvolvimiento aguas
abajo.
Normalmente se suele decir que toda cadena de suministros entendiendo a
estas como un conjunto de operaciones
logísticas[4]
concatenadas de alto nivel de complejidad en su desarrollo y en sus relaciones,
posee tres tipos de flujos: el flujo de bienes
materiales aguas abajo en la cadena, el flujo de fondos que solventan todas las erogaciones del conjunto de
actividades logísticas propias e impropias naturales de la operación y que
resulta inverso u opuesto al flujo de bienes, y, por ultimo, el flujo de información que resulta bidireccional,
es decir fluye tanto aguas arriba como aguas abajo.
Quien planifica o hereda una operación logística en el marco de una cadena de suministros se rige para hacerlo por la lógica de sentido
propio de la logística directa, es decir, piensa su infraestructura, sus
recursos materiales y humanos en pos del cumplimiento de su propósito pensando
siempre como facilitar el flujo aguas abajo.
Las actividades de logística
inversa suelen surgir con posterioridad al inicio de las actividades de la
operación demandando recursos humanos, materiales e infraestructurales
generalmente no planificados y por lo tanto no disponibles.
El origen de las actividades de logística inversa que por cierto podemos pensarlas como
excesivamente diversas, radica en las devoluciones de diversos clientes ya sea
por disconformidad o garantía, y en otros casos, basado en los requerimientos
de sustentabilidad medioambiental que tiene la facilidad de imponer un eslabón
de la cadena con mayor peso entre otros orígenes.
Es común ver en diversos centros de distribución o
depósitos diversos materiales arrumbados a la espera de ser procesados cuando
los recursos humanos y materiales estén disponibles para canalizarlos a su
destino correspondiente.
Esto redunda normalmente en demoras en los procesos de
reposición a clientes; materiales devueltos que se deterioran o dañan perdiendo
su carácter de “nuevos”; desorden en los depósitos y centros de distribución
que atenta contra las normas de seguridad así como contra los niveles de
eficiencia propios de la operación; perdida de espacio disponible en dichos
depósitos o centros de distribución; stock almacenado con la respectiva perdida
de costo de oportunidad y de cada vez mas difícil colocación, etc.
Existen dos opciones para el abordaje de esta
problemática común de muchas operaciones. La primera es la realización de todas
las actividades logísticas propias e impropias desde dentro de la misma
operación, la otra es la tercerización de dichas actividades.
Para poder cumplir con el desarrollo de todas las
actividades de logística inversa
desde dentro de la misma operación, debe en principio planificarse la misma en
términos de una suboperación de la operación que la contiene, claro esta, en
caso de que no hubiera sido planificada con anterioridad.
Si analizamos en general porque desarrollan mejor las
actividades de logística inversa de
una operación empresas tercerizadas, podremos destacar en primer termino que en
realidad, para dichas empresas, su operación es directa, no inversa; por
ende el conjunto de actividades no solo
no entraña las mismas dificultades que para el responsable de la operación madre[5],
sino que además los recursos destinados para la realización dichas actividades
son planificados y puestos a disposición del responsable de esta suboperación logística.
Podemos afirmar en consecuencia, que en realidad pensar
la noción de logística inversa solo
es posible en función del punto de vista del actor en situación, es decir, para
quien piensa la logística inversa
como una suboperación de la operación madre y cuyo eslabón de origen de la
cadena es el eslabón final de la operación que la contiene, la logística no es
inversa, sino directa.
Pretendemos en el presente articulo proponer que para
evitar muchos de los problemas que surgen el marco de una operación logística relacionado con sus actividades de logística inversa, debe pensarse lo que
se ha dado en denominar logística inversa como una suboperación de la operación
madre independientemente de su sentido.
En tanto operación
logística, esta suboperación
estará compuesta por un conjunto de actividades
logísticas propias
pertenecientes a las actividades de logística genética y de sostenimiento, así como por otro conjunto de actividades logísticas impropias que tendrán
relación directa y características propias de la operación madre bajo análisis y que debe pensarse como logística directa[6]
en pos del cumplimiento del propósito de la misma.
[1] FRATTINI, Facundo. DE LA LOGÍSTICA , Tres de
Febrero, Imaginante editorial, 2019, p. 64-65.
[2] Ibidem, p.81.
[3] Ibidem.
[4] Ibidem, p.122.
[5] Entendemos por operación
madre a una operación logística que contiene una o más suboperaciones que
pueden tener o no un responsable y un propósito diverso al de las
suboperaciones pero que siempre, estas últimas, resultan tributarias de la
primera.
[6] Concepto a desarrollar.